La noche después de asistir a una charla sobre el Ukiyo-e a cargo de Daniel Sastre, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, además de lingüista y especialista en arte japonés, soñé que era devorada por un pulpo enorme. Mi sueño, inspirado en la obra de Hokusai, ni la mitad de placentero que su grabado, fue fruto de la impresión que me causó escuchar y hablar con Daniel.
– La traducción literal de Ukiyo-e es ilustración de un “mundo flotante”, más allá de lo tangible, más propio de lo etéreo, que en los textos medievales tenía una connotación de esa conciencia de que todo es vanidad en el sentido bíblico, de que todo pasa y se corrompe. ¿Mundo flotante porque en los grabados del arte japonés se habla del mundo del kabuki y sus personajes? ¿Mundo flotante por hacer referencia a este mundo entre realidad y fantasía de placeres fugaces?
La interpretación que se hacía desde el período Kamakura (1192-1333) hasta Edo temprano (1615-1868) del término «ukiyo» era en un marco de pensamiento budista que lo concebía como la «superficialidad mundana» que deberíamos aprender a vencer con nuestra piedad religiosa, como bien dices, esa «vanidad» que nos llevaba al siguiente paso: asimilar el mundo como un valle de lágrimas que tenemos que superar lo mejor que podamos porque la vida verdadera llegará tras la muerte. Al llegar a la segunda mitad del siglo XVII en Japón, y dentro de un contexto de tranquilidad política pero de férreo control social, se asimila la idea de esta «superficialidad» no como algo a evitar, sino como algo a abrazar. La lógica anterior se revierte: «Si esto es un valle de lágrimas, aprovéchalo, porque la vida son dos días». Es el «carpe diem» japonés. La expresión se escribía con unos caracteres chinos en la expresión budista (憂世) que enfatizaban la idea de la «preocupación», «ansiedad», mientras que en el giro de Edo se sustituye por el de «flotar». (浮世)

-Es una interesante reflexión en torno al verbo “flotar”, como la descripción que el literato Asai Ryōi (1610-1691) hace en su obra Ukiyo Monogatari (Cuentos de este mundo, 1665), de la que me has hablado….
Así es… «Aunque mi cuerpo y espíritu me pertenecen, su control es ajeno a mi voluntad. Más aún, no existe nada en este mundo que me satisfaga. Es por esto que el sentido de lo que llaman ukiyo no lo considero correcto. A pesar de que el futuro es incierto, como vivo en este mundo, el ver y escuchar tanto cosas buenas como malas se me vuelve placentero. Cada vez que me preocupo demasiado por tonterías me vienen dolores de estómago, por lo que las echo a un lado. Me basta con mirar a la luna, la nieve, las flores de cerezo, las doradas hojas otoñales; con cantar, beber, o simplemente con el disfrute de no hacer nada. Ni siquiera sufro al quedarme sin dinero. No me sumo en depresiones, hago flotar mis ansiedades a la deriva cual jícara en una corriente. Esto es lo que realmente siento cuando escucho nombrar al ukiyo». [Apunte bibliográfico: (p.41) GARCÍA RODRíGUEZ, Amaury A. (2005) Cultura popular y grabado en Japón. Siglos XVII a XIX. El Colegio de México].
–Los personajes representados en el Ukiyo-e son actores del Kabuki, cortesanas, samuráis, rekishi, personajes y acontecimientos históricos, obras literarias y otros profesionales, deidades aterradoras… Todos representaban el sentir de una época… Cuéntanos un poco sobre esto.
La temática del Ukiyo-e evoluciona en sus 250 años de historia. Al principio, las temáticas estaban dominadas por las súper estrellas del momento. A la gente le interesaba tener representaciones de los actores famosos de Kabuki o de las cortesanas inalcanzables de los barrios del placer. Finalmente, hay que sumarle a los luchadores de sumo más populares. Estas temáticas no cesaron de producirse a lo largo de todo el período de producción de la estampa japonesa, ni de evolucionar dentro de ellas . A esto se les fueron sumando estampas uki-e, que jugaban con la perspectiva occidental y que representaban algo novedoso porque confundía a la mirada y sorprendía al espectador. Al ser un mercado que también sufría regulación por el sogunado, experimenta con temáticas que eran más neutras para la mirada política censora y haría posible que en el siglo XIX tengamos géneros, como el paisajístico, con un gran auge. Es un tipo de arte eminentemente comercial que depende de los gustos de los consumidores.

-¿Para ti quiénes son los artistas de Ukiyo-e más destacados?
Existen multitud de grandes artistas en el mundo del Ukiyo-e, en mi caso soy un gran admirador de la producción de Hokusai, especialmente de muchos de sus libros ilustrados, así como de sus nikuhitsu-ga que son sus pinturas. El ingenio de Utagawa Kuniyoshi es simplemente abrumador, y al repasar sus composiciones uno siempre encuentra detalles que había pasado por alto y que refleja sus enormes capacidades de contemplación de la vida cotidiana. Suzuki Harunobu tiene imágenes realmente bellas y delicadas que desafían al paso del tiempo y, sin duda, uno de mis grandes favoritos es Katsukawa Shunshō, que tiene diseños de un poder gráfico sin parangón en toda la producción de la estampa japonesa.
–Las obras están firmadas por varios autores, el artista, el que elige los pigmentos, el maestro grabador… Ese concepto de coautoría resulta muy moderno. ¿Cada artista del ukiyo-e tenía su equipo o colaboraban entre sí?
El proceso de creación del Ukiyo-e se realizaba a varias manos. En su mayoría, empezaba en la cabeza del editor que sufragaba la empresa. Es el ejemplo de Tsutaya Jūzaburō, que incluso llegó a tener en nómina a Sharaku, Utamaro y al joven Hokusai. Los artistas podían tener buena sintonía con los empresarios y tener fructíferas relaciones, pero tenían muchas colaboraciones con muchos de ellos. Es cierto que en ocasiones tenían un mayor control sobre el proceso como un maduro Hokusai, que escribía pidiendo que quería maestros talladores que no lo hiciesen al estilo de escuelas artísticas rivales sino más a su manera. Respecto a las colaboraciones, los empresarios podían ver si había artistas con éxito que juntos podían crear súper ventas y ese fue el caso del ejemplo de la escuela Utagawa, que tenía a Hiroshige como maestro de paisajes, a Kunisada como pintor de bellezas y a Kuniyoshi como pintor de héroes y guerreros. También es cierto, que a veces la intención era impulsar la carrera de un joven artista. Cuando un artista tenía mucho éxito y, en ocasiones, una demanda difícil de satisfacer por uno solo, se ayudaban de sus discípulos para poder ir completando los pedidos.

-¿Cómo se explica que en el s. XVIII el arte se presente sin censura, tan abierto y avanzado y hoy en día la cultura nipona sea aparentemente tan comedida?
Esta es una afirmación que hemos de matizar, ya que nunca existió un momento sin censura en la producción de Ukiyo-e. Había temáticas que nunca se permitieron, como los sucesos contemporáneos, aquello relacionado con la familia Tokugawa o con familias enemigas de los Tokugawa. Es cierto que hasta la década de los 90 del siglo XVIII tenemos un mercado editorial que va creciendo y lo único que existía era una autocensura por el gremio de editores. Bajo mesa siempre existió toda una producción, como es la de carácter erótico, que nunca se admitió oficialmente, pero que siempre gozó de una gran popularidad. En relación al contraste sobre la situación de libertad, se ha querido atribuir a la occidentalización de los modos de vida y pensamiento que se genera a partir de 1868 en Japón. Una moral victoriana obsesionada patológicamente con las conductas sexuales hace que parte de la representación tradicional japonesa se reduzca drásticamente, y que haya retrasado el estudio científico de la producción de estampa erótica o shunga en japonés hasta prácticamente los años 80 del siglo XX.
-En el Japón premoderno no existía una palabra para definir lo que en Europa se denomina arte. ¿Cómo denominaban entonces a la expresión artística? Tampoco existía algo semejante a las edades históricas empleadas en el Viejo Continente, ¿cómo clasificaban las obras?
Esta última cuestión da para muchas horas de diálogo. Brevemente, claro que existen diferentes expresiones para describir la expresión artística pero están confinadas a sus diferentes campos plásticos. La pintura tiene toda una serie de expresiones que definen la antigüedad, maestría, respecto por la tradición, equilibrio, etc…, que al mismo tiempo despliegan capas de interpretación al conocedor y demuestran la existencia de todo un sistema de apreciación artística muy sofisticado. Respecto a la división histórica, tenían el modelo continental chino, fundamental para establecer la base de la mirada a su propio pasado, que irán ajustando a sus características nativas. Al llegar el siglo XIX, tendrán que adaptar este bagaje con los grandes sistemas epistemológicos occidentales para generar sus propias narrativas histórico-artísticas.

Fotografía: Óscar Rivilla
Música: Dr Symtosizer
Edición: Alexis Fernández en Cursiva Comunicación
Dirección de arte: Oscar Rivilla y Carolina Verd
Vídeo postproducción: Iury Lech
Maquillaje y peluquería: Sara Trueba
Moda:
Foto principal, 4 y 5: kimono vintage
Foto 2 y 3: kimono courtesy by Pez