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Azul eterno, interminable, así nos lo transmiten en sus obras los grandes maestros del arte: Kandinsky, en Cielo azul; Henri Matisse, en la última etapa de su vida con sus corta y pega en Desnudos azules; Magritte, quien nos despierta una sensación de intemporalidad, de eternidad, al observar sus obras de cielos azules con nubes ingrávidas; Yves Klein, con su inconfundible tonalidad profunda de azul ultramar en sus obras monocromáticas; o Louise Bourgeois, que le otorga una cualidad reparadora: “Tienes que empezar en algún lugar, el color azul”…
Un color con historia

El azul es el más tardío de los colores, ausente en las pinturas rupestres cargadas de tonalidades tierra, más fáciles de producir. En la naturaleza no hay muchos materiales que sirvan como pigmento y, desde el primer azul creado en el Antiguo Egipto, es el color más valorado. El azul fue el color sin nombre en la Odisea, donde nunca se menciona. Homero usa descripciones como «vino oscuro» para describir elementos azules como el mar. Se convierte en el color más deseado, y llega a tener un nombre de lo más evocador. Porque el nombre del tono del azul ultramar viene del latín “más allá del mar”.
Estalló en el arte y, con la llegada del Renacimiento, se convirtió en el color reservado solo para las figuras más importantes, como la Virgen María. Fra Angélico, Rogier Van der Weyden, Tiziano, Vermeer, El Greco, Velázquez, todos ansiaban el más puro y bello azul que pudieran obtener. Por esta razón, el negocio de la producción y comercio de azules fue exitoso, ya que se consideraba tan valioso como el oro. Primero se produjeron caros y exóticos azules para monarcas y aristócratas, más tarde se potenció una producción masiva y económica de azules para el pueblo.
Desde el azul egipcio hasta el último descubrimiento de un pigmento sintético que supusiera una nueva tonalidad de azul, el YlnMn (en 2009) -ya que el anterior fue en 1802 con la producción del azul cobalto-, han transcurrido 6.000 años de historia de un color que ha sido para el hombre como tocar el cielo con sus propias manos.
Me gusta habitar el azul

¿Qué significa el azul para mí? Fue la pregunta inspiradora tras visitar en la Galería Álvaro Alcázar “lo azul”. Una muestra que se compone de la primera exposición individual de Mari Quiñonero como nueva artista de la galería, y que se centra en la diversidad de formas y colores gracias a un texto inédito y a una serie de obras pictóricas sobre lienzo y papel alrededor de las cuales se estudia el uso del color más allá de la mera expresión plástica. Este viaje por el “carrusel de azules irrebatibles”, como Quiñonero define, continúa su trayecto a través de una exposición colectiva en la que pueden verse obras de artistas de la galería, como Mari Puri Herrero, Rafael Canogar, Peter Krauskopf, Rebeca Plana y Guillem Nadal, además de artistas invitados como Alejandro Botubol y Jude Castel. Su exhibición, hasta el 28 de noviembre (puedes acceder al catálogo desde este enlace), me condujo a tomar el azul como vehículo para emprender un recorrido a través de mis sentidos.
Si los colores tienen un efecto físico, una especial resonancia en quienes los observan, el azul para mí es quietud, equilibrio. Me gusta habitar el azul. La sensación del azul no es fría. Me acompaña desde el primer recuerdo que tengo, cálidamente acogida y mecida por este color. Porque quizá es un color de gran fuerza: prusia, ultramar, azul egipcio, índigo… Para mí tiene incluso sabor. Me sabe a libertad. A verano. Al tacto, es como el terciopelo. Al oído, como una melodía susurrada. Al olfato, fresco y profundo a la vez… ¿Cómo puede ser posible? El azul es redondo. El azul pasa de ser color a sensación de ocupación serena.
Y para ti ¿qué es el azul y adónde te conduce?

Fotografía: Óscar Rivilla
Música: Electrophorus
Edición: Alexis Fernández en cursiva comunicación
Dirección de arte: Óscar Rivilla y Carolina verd
Moda:
Foto principal: vestido azul de Roberto Verino, cortesía de Finally press
Foto 2 y 4: pantalón de pana de Lebor Gabala cortesía de Finally press; zapatillas de deporte de Nike
Foto 3: camisa de Maje; pantalón de Hoss Intropia